Montaigne advierte al lector en el prólogo de sus ?Ensayos? que los ha escrito con ?un fin doméstico y privado?.Quiso pintarse a sí mismo con sencillez, sin pretensiones, abordando como de pasada cuestiones fundamentales en la vida de cualquiera de nosotros.Así hará Diego, nuestro protagonista, a lo largo de este libro. Encontraremos anécdotas cotidianas con sus hijos, también recuerdos de su propia infancia y adolescencia. Alusiones a conflictos pasados, en los que Diego no se detiene demasiado: prefiere mirar hacia la luz, salir a la vida y seguir paseando. Una mirada que tiende a lo poético, que va más allá de la inmediatez de las cosas. Atrás quedaron los temores e inseguridades de una primera juventud, reflejados en dos de sus libros anteriores, ?El paseante líquido? y ?Maneras de perderse?. Diego ha cumplido cuarenta años, ha construido su propia familia y es padre de dos niños. Decide seguir escribiendo, porque lo que no se escribe, acaso se piense y se viva un poco menos.
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