El siglo XIX fue testigo de algunos de los acontecimientos más dramáticos y significativos en la historia de los pueblos originarios en las Américas. Hasta esa fecha una gran mayoría de tribus y etnias habían resistido, marginadas tangencialmente, la llegada de los europeos y la expansión de Occidente en sus distintas versiones. Los pueblos originarios sufrieron ataques violentos constantes y respondieron a tales ataques con actos casi suicidas. A pesar de estar separados por miles de kilómetros, hay una serie de coincidencias entre la República Argentina y los Estados Unidos de América en los años de expansión territorial, especialmente en las políticas gubernamentales llevadas a cabo. Comanches y apaches en el norte, mapuches y ranqueles en el sur, fueron testigo y víctimas de cómo sus territorios de caza y sus formas de vida eran sometidos hasta el límite del exterminio.