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Ana Casado, con la delicadeza de un ikebana, recorre un terreno íntimo que llega desde la infancia, e ilumina tenue y suave aquellos rincones frágiles, desnudos, a veces heridos. Y lo recorre en el reflejo de la naturaleza. Y una verdad que crepita y susurra, esa verdad hecha de pétalos, hendiduras, infancia, raíces, nidos, vientres, brotes, verdor, muertos, caracolas, frutos, viento, sándalo y heridas conforma su primer poemario. Con Palpar la luz quedó finalista Premio Internacional de Poesía Juan Ramón Jiménez de Coral Gables en 2022.Dice Juana Rosa Pita en su prólogo: la niña que Ana fue todavía vive dentro de sí. El poemario por entero es la voz del íntimo deseo de ser descubierta en lo más hondo y callado por el lector que beba su heriday escuche ?el latir crujiente de las hojas / sobre su corazón / abierto?.No queremos desvelar más, ni explicar más, pero sí cerrar con la poesía con que cierra Ana Casado su parte final, titulada Los nombres:Abrir la palabradesollarlay bajo su pielencontrarun pequeño ciervopalpitando.